Había una vez un zorro que vivía en el bosque. Era un zorro astuto y rápido, y se enorgullecía de su velocidad y su capacidad para evadir a sus depredadores. Un día, mientras cazaba, se encontró con un grupo de ciervos que corrían por el bosque. El zorro intentó perseguir a los ciervos, pero rápidamente se dio cuenta de que no podía seguirles el ritmo. Se sintió frustrado y desanimado, y decidió buscar una nueva estrategia para atrapar a sus presas.

El zorro recordó que, a pesar de su velocidad, a menudo tenía que evadir a otros depredadores en el bosque, como lobos y osos. Decidió que necesitaba ser más ágil y astuto si quería tener éxito como cazador. Comenzó a entrenar su mente y su cuerpo, practicando técnicas de sigilo y observando el comportamiento de sus presas. Con el tiempo, se convirtió en un cazador mucho más eficiente y exitoso.

La moraleja de esta historia es que en la vida, ser rápido no siempre es suficiente. A veces, necesitamos ser ágiles y astutos si queremos tener éxito. Si nos esforzamos por desarrollar nuestras habilidades y mejorar nuestra inteligencia, podemos enfrentar los desafíos y superar las dificultades que se presentan en nuestra vida.

Y con suerte corregir a tiempo.