“Well I woke up Sunday morning,

With no way to hold my head that didn’t hurt.

And the beer I had for breakfast wasn’t bad,

So I had one more for dessert.

Then I fumbled through my closet for my clothes,

And found my cleanest dirty shirt.”

Todo es relativo.

Pero a diferencia de lo que ocurre en otras disciplinas, una de las ventajas de los debates económicos, especialmente aquellos que incluyen pronósticos o airean estrategias de inversión, es que el tiempo suele poner a cada uno en su lugar.

Hace tres años escuchaba a Brent Johnson hacer pública su particular “Dollar Milkshake Theory”, en la que apostaba por una rápida apreciación del dólar estadounidense en relación con otras monedas durante los próximos años.

Desde el principio captó mi atención, me pareció creativa, contraintuitiva y me convenció como estrategia contrarian.

Recuerdo reflexionar sobre dicha tesis paseando por el Polígono de Levante, explicársela a Núria una tarde mientras subíamos al Castillo de Bellver y semanas después comentársela a un par de amigos más.

A ellos les costaba entenderme, pero el hecho de intentar explicarlo de la forma más sencilla me ayudaba a mi a entenderlo mejor. Me resultó curioso que a pesar de su aparente simpleza y aplastante lógica no se me habría ocurrido.

Pero lo importante es que durante los siguientes meses, en los peores momentos del dólar me permitió analizar la situación desde otra perspectiva, no despreciar el cash e incrementar algunos activos denominados en el billete verde algo más de lo que tenía previsto, esperando en el peor de los casos una reversión a la media y en el mejor de los casos estar en lo cierto.

Al menos tenía tres premisas claras:

1 Ahora nadie quiere dólares porque todo va bien, pero cuando vengan mal dadas será el primer lugar donde busquen refugiarse, como siempre.

2 Encajaba con mi tesis sobre divisas, a la que entonces llamé The Play Off Theory.

3 Me daba opcionalidad para continuar con mi estrategia principal, a la que bauticé como The End Game.

Ni que decir tiene que mientras el dólar sufría contra el euro, contra el oro, contra el bitcoin, y con los principales índices volando, en twitter le caía la monumental al bueno de Brent.

Ahora que el DXY marca su nivel más alto en 20 años, es momento de recordarlo.

¿Qué le podía hacer pensar entonces que el dólar aumentaría su precio?

1 Disminución en la oferta relativa.

2 Aumento de la demanda relativa.

Lo primero era poco probable, de hecho en esos momentos la FED seguía “imprimiendo” dólares y pronto aceleraría y los empezaría a repartir con su helicóptero.

De modo que esa vía parecía no ser la válida, de no ser por esa palabra final, “relativa”.

Es decir, sí, la FED estaba aumentando la cantidad de dólares en circulación, pero es que el BCE, BOJ, BoE y todos los demás bancos centrales lo estaban haciendo aún peor.

[La FED ahora en 2022 sí que ha empezado con la retirada de estímulos, menos dinero en el sistema hace que si de algo empieza a haber menos (dólares), empiecen a valer más.]

Igualmente, la convicción de Brent en su tesis venía sobre todo por la parte de la demanda. El mundo necesita muchísimos dólares.

-¿Por qué?

Por varias razones, primero el mundo necesita materias primas y las va a seguir necesitando, la mayoría de materias primas se compran en dólares, de modo que si eres Suiza y quieres petróleo primero necesitas cambiar francos por dólares y luego con esos dólares comprar el petróleo.

Pero segundo y más importante, porque estamos en un mundo hiper-endeudado, y las deudas de una forma u otra se pagan.

-Vale y ¿qué tiene que ver eso con el dólar?

Que hay más suizos que necesitan dólares que americanos que necesitan francos.

Argentinos ya ni te digo.

Me refiero a que no solo tienen deudas en dólares los americanos, el mundo entero debe un gritón de dólares. Hay desde empresas españolas con deudas en dólares, hasta extranjeros que han comprado una casa en Mallorca gracias a una hipoteca en dólares con su banco americano, de modo que el dólar es la moneda que más deuda arrastra en el momento con más deuda de la historia.

Y ahora viene lo mejor, esa deuda tiene intereses, por lo que se necesitan aún más dólares para pagarla.

-Menos mal que los tipos han estado históricamente bajos.

Todo lo contrario. Too low for too long. Eso es precisamente lo que ha hecho que se endeudaran tanto.

-¿Y todo esto tiene relación con la inflación?

Más de lo que te imaginas.

-¿Esto causa la inflación?

Digamos que la pone peor, y en según qué países la pone mucho peor.

Porque ahora ya no solo tienes que pagar el precio de la materia prima subiendo en dólares, sino también el precio del dólar subiendo contra tu moneda local.

Argentina, Colombia… sus monedas se han depreciado contra el dólar, por lo que van a tener que imprimir aún más pesos para poder comprar los mismos dólares, de los cuales aún necesitan un mayor número para comprar la misma energía o materia prima.

Y vuelve a quedar lo mejor, cuanto más impriman, más se devaluará su moneda, por lo tanto, más inflación y más tendrán que imprimir en el futuro.

Dilema de Triffin

El dilema de Triffin es el conflicto de intereses económicos que surgen entre los objetivos nacionales e internacionales para los países cuyas monedas sirven como monedas de reserva mundial.

Ahora mismo lo que es bueno para Estados Unidos mata al resto de países.

Estados Unidos necesita subir los tipos para frenar la inflación, pero esa subida de tipos hará al dólar más interesante para los inversores, que venderán el resto de divisas que se deprecian y no dan intereses para comprar el dólar, que se aprecia y cada vez renta más, lo que pone aún más contra las cuerdas al resto de monedas.

La paradoja es que mientras el dólar pierde valor en los Estados Unidos a causa de la inflación, lo puede ir ganando en el resto de países.

So what do you think? Cash is trash or cash is king?

Depends. When and which?